Mi nombre es J.M. Raskavich y aunque no les suene demasiado el nombre soy producto de este país.
Vivo en un lugar que podría ser una maravilla y que no termina de serlo por culpa de unos cuantos, a los que sería necesario echar, para impedirles destrozar todo lo que tocan. Nací en un rincón cerca Pirineo, hace más de setenta años. Hice mis primeros estudios en un colegio de la zona en donde, a pesar que me engañaron miserablemente, conseguí aprender algunas cosas que, después de seleccionadas y tamizadas meticulosamente, me han servido para poder enfrentarme a esta vida con el criterio adecuado, evitando dar traspiés y palos de ciego constantemente.
Quiero resaltar que, personalmente, no me considero un Escritor con mayúsculas, porque es posible que no disponga en esta disciplina de una trayectoria suficientemente amplia, para dejar el tema a la altura que se merece y, aunque sé perfectamente que no es cierto que la gente deja de perseguir sus sueños porque envejece, sino que envejece cuando deja de perseguir sus sueños, como si, con esto tratara de despedirme de este mundo, he tratado de transmitir algo, para ponerlo al alcance del más amplio abanico posible de lectores y no soy consciente hasta que medida lo voy a conseguir. No ha sido fácil y como para cualquier oficio, es necesario un aprendizaje.
Muy pronto me di cuenta de que este mundo en donde había aterrizado podría ser interesante, siempre y cuando dedicase mi tiempo y mis esfuerzos a consolidar posiciones para aprovechar al máximo las posibilidades que se abrían delante de mí. Por mucho que te esfuerces en conseguir tus metas por medio del trabajo y la dedicación, te puedes encontrar en el camino con aquellos descendientes de los cuarenta de la historia de Alí-Babá que se van a encargar de destrozar tus esquemas y de arruinar tus expectativas.
Te invito a participar de este proyecto, con el fin de intentar que nuestra situación mejore y seamos todos los que tengamos derecho a «divertirnos» en el transcurso de los años que estamos en este mundo.