Aquí, en el fondo, nada ha cambiado. Desde los inicios, aparecieron en este mundo dos tipos de individuos perfectamente diferenciados. Unos se pusieron a cultivar el huerto y otros no, pero estos, a través de su fértil imaginación y aprovechando la inercia de los primeros, se comían los mejores tomates. Aunque, con otras formas, y después de tantos años. todo sigue igual. Los primeros continúan trabajando en los cultivos y los segundos comiéndose lo mejor de las cosechas. Hoy es Viernes. Estamos en el Super, analizando las opciones que nos permitan tener acceso a una alimentación digna y equilibrada, y compruebo que una buena parte de lo expuesto está fuera de nuestro alcance, por lo que estamos obligados a analizar ofertas, promociones y restos de serie de algunos artículos que pudieran encajar dentro de nuestro presupuesto. Es cierto, que por efecto de los conflictos bélicos que estamos soportando, la producción de algunas materias primas pudieron quedar afectadas y puedo entender que sean más caras, pero «Ellos» saben perfectamente que para vivir, necesitamos comer y como les importa un pepino lo que tengamos que pagar por ello, aprovecharon la coyuntura, entraron a saco y aumentaron el precio de todos los productos. Finalmente, agotados nuestros recursos económicos y, a pesar de las «ofertas» y de las «promociones», solamente hemos conseguido la mitad de los artículos que podíamos adquirir unos meses atrás, con el mismo dinero. Volvemos a casa preocupados por el resultado de la compra y con la sensación de que el proceso no ha tocado fondo.
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El fragmento del NUEVO libro ¿por qué somos tan imbéciles? 6ª Ed. 2.0