Toda mi vida he sido un apasionado de la música pero, a mis ochenta y un años, la naturaleza me ha destrozado el oído hasta tal punto que en estos momentos ya no soy capaz de distinguir si lo que suena es una trompeta o un tambor, sin embargo puedo presumir de excelente visión, de una buena dosis de mano izquierda y de un cerebro capaz de distinguir el tocino de la velocidad. Estas cualidades me han permitido analizar algunas cuestiones que son vitales para navegar por este enrevesado mundo con cierta lógica, de una manera razonablemente organizada y sin grandes sobresaltos. Quiero morir con las botas puestas así que, teniendo en cuenta que todavía me queda algo de oxígeno que respirar, y como el tesón forma parte de mis condiciones naturales, estoy poniendo especial interés en permanecer despierto el tiempo que me queda para continuar relatando mis experiencias hasta el agotamiento, o hasta que se produzca algún cortocircuito en mi personal sistema operativo, que me impida continuar…
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El fragmento del NUEVO libro ¿por qué somos tan imbéciles? 6ª Ed. 2.0